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Marcelo Tinelli
De una manera bastante extraña SHOWMACHT entra en nuestras casas demostrando que los argentinos pueden tratar temas relevantes, políticos y económicos, pero también pueden divertirse.
Resulta más que interesante cómo el "dueño del horario central" poco a poco se reinventa a sí mismo, para surgir con una forma de humor casi teatral en un medio que algunos calificarían de abyecto. La TV no hace mucho por mejorar. Sin embargo, como un verdadero comediante, Marcelo Tinelli maneja los tiempos escénicos de una supuesta "no actuación" con la maestría típica de un actor añejo. Especialmente lo podríamos definir como un cómico, o lo que en la Revista Porteña se denominaría Capo-Cómico. Sí, el hombre juega con Belén Francese (a estas alturas su "ángel guardián" dentro del programa) como lo hacían los grandes maestros de la Revista en el Maipo durante los años que algunos recuerdan como dorados. Las damas jóvenes brillaban entonces gracias al actor cincuentón que las sostenía y Marcelo es la pareja ideal de esta especie de "Catita Francese" que, el día que tenga un guión muy armado, perderá la frescura y la "inteligencia de sus desinteligencias". No hay nada nuevo bajo el sol, pero Tinelli hace que muchas cosas luzcan como recién compradas. Su capacidad para asumir roles que tejen y destejen tramas es asombrosa. Una simulada "boda gay" con Flavio Mendoza le permitió al bailarín entrar a la pista con un ramo de jazmines que después arrojó al sector de "las solteras" cumpliendo su sueño de ser la "Señora Ideas del Sur". El momento tenía casi el tufillo atractivo de "La Jaula de las Locas" en tiempos de estreno. Al mismo tiempo no sería capaz de descuidar el libreto bizarro armado sobre la vida del caprichoso Ricardo Fort, haciéndonos creer que "el chocolatero" y sus guardias privados manejan las cosas en el estudio. ¡Nada más lejano de la realidad! Su subordinación está demostrando la invisibilidad típica de los grandes protagonistas de la escena en una expresión clara del manejo vertical de su virtualmente desarrollado sentido actoral. En la TV actual no hay quien supere su capacidad de ritmo, soltura, frescura y fuerza. Obviamente lo que vemos es todo una gran mentira, se trata de una gran puesta en escena, pero sus hallazgos son más que atractivos. Desde Tito hasta la Mole, desde un jurado conformado por figuras y "antifiguras" hasta un equipo de bailarines pocas veces visto en la pantalla chica, todo en Bailando por un Sueño es un verdadero logro de la personalidad del actual "Marcelo Hugo" que, sin duda alguna se está convirtiendo en el actor más carismático de la televisión. Por supuesto debemos recordar que los actores trabajan "mintiendo". Cuando alguien se corta las venas en una película, es mentira. Cuando algún matón viola a una doncella en un callejón oscuro, hay cámaras, luces, producción, maquilladores y técnicos que observan cada movimiento para que la ilusión nos estremezca. Si dos autos chocan de frente, siempre van conducidos por dobles de riesgo. Si Batman o el Hombre Araña caminan por las paredes, sólo se trata e un truco de cámaras y de un rudimentario o sofisticado diseño de posproducción (según la década en se pueda haber visto el producto). Del mismo modo, el señor Fort encuentra novia, las bailarinas se pelean entre ellas, el resto de los jurados arma líos judiciales y, por fin Marcelo muestra una novia que podría ser su futura mujer pero que en realidad "no es", porque se trata de un descarte del fallido Casting de Fort para buscar a la esposa ideal. ¿Puede definirse de otra manera el accionar del conductor más reconocido del país? Todo esto es un show. Es esencialmente una mentira que debe llegar a nosotros convertida en verdad. Se terminó el tiempo en que Flor de la V se recibió de bailarina sorprendiendo al televidente por su versatilidad. Ya no valen los esfuerzos de la Fidalgo que exponía, siempre dentro de su típica frialdad, todo lo que conocía de la depurada y sofisticada técnica clásica que había sido base de su éxito. Ahora, señoras y señores, el actor, mentor, protagonista y participante de este evento multimediático es sin duda alguna Marcelo Hugo Tinelli. Ante este señor hay que sacarse el sombrero... ¿No deberían nomonarlo a mejor actor de comedia para los próximos premios Martín Fierro? Algún integrante de APTRA ya lo pensará.
Juan Santos
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